En una operación quirúrgica y certera, la Fiscalía General de la República (FGR), en colaboración con elementos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), ha logrado un decomiso de alto impacto en la lucha contra el narcotráfico. La incautación de 62 kilogramos de probable fentanilo y 77 kilogramos de otras sustancias, además de maquinaria para la producción de narcóticos, dejó al descubierto un sofisticado centro de fabricación de drogas sintéticas.
Este operativo es uno de los más importantes en la región, y su éxito se suma a una serie de acciones estratégicas del gobierno para combatir el tráfico de estupefacientes. El fentanilo decomisado, una droga que es hasta 50 veces más potente que la heroína, representa una amenaza letal no solo para México, sino también para Estados Unidos, donde la crisis de sobredosis ha alcanzado niveles alarmantes.
La redada reveló un laboratorio clandestino equipado con maquinaria especializada: una mezcladora metálica y una tableteadora. Estas herramientas son capaces de producir miles de pastillas en cuestión de horas, facilitando la distribución masiva de narcóticos en el mercado negro. Según expertos en seguridad, estos centros de producción se han multiplicado en los últimos años, adaptándose a nuevas tecnologías y métodos para evadir a las autoridades.
El inmueble y los materiales confiscados han sido puestos a disposición del Ministerio Público Federal, quien continuará con las investigaciones para identificar y detener a los responsables detrás de esta operación criminal. “Este es un paso decisivo, pero no el final del camino. Seguiremos golpeando a los cárteles donde más les duele: en sus centros de producción”, afirmaron fuentes cercanas a la investigación.
El decomiso en Mexicali se produce en un contexto de intensificación de esfuerzos a nivel nacional. Recientemente, la presidenta Claudia Sheinbaum destacó la incautación más grande de pastillas de fentanilo registrada en México, llevada a cabo en Sinaloa. En esa operación del 3 de diciembre, se lograron confiscar 300 kilogramos de fentanilo en un domicilio y otros 800 kilogramos en un vehículo.
Estos golpes sincronizados reflejan una estrategia clara: asfixiar la producción y distribución del fentanilo, una droga que no solo enriquece a los cárteles, sino que alimenta una espiral de violencia y destrucción social.
Mientras México intensifica sus operativos contra el narcotráfico, las tensiones con Estados Unidos por el tráfico de armas siguen latentes. Las autoridades mexicanas han señalado en repetidas ocasiones que el flujo de armas ilegales desde el norte fortalece a los grupos criminales, aumentando la letalidad de la violencia en el país.
La reciente incautación en Mexicali es una pieza más en este complicado tablero. La lucha contra el fentanilo es una batalla que no se libra solo en laboratorios clandestinos o en decomisos espectaculares; es una guerra que involucra cooperación internacional, inteligencia y, sobre todo, una firme voluntad política.
Este decomiso es un recordatorio de que la vigilancia y la acción coordinada son esenciales para frenar la producción de fentanilo y otras drogas sintéticas. “Cada gramo que se incauta salva potencialmente cientos de vidas”, afirmó un oficial de la SSPC. La expectativa es clara: que estos operativos continúen debilitando las estructuras criminales y protejan a las comunidades más vulnerables.