El 8 de marzo, más de 200 mil mujeres marcharon en la Ciudad de México para exigir justicia y medidas efectivas contra la violencia de género. La manifestación, que tuvo lugar en el Día Internacional de la Mujer, se convirtió en un reclamo directo hacia la presidenta Claudia Sheinbaum, a quien las asistentes acusaron de no escuchar sus demandas y de intentar limitar su acceso a la Plaza de la Constitución con vallas de seguridad.
El lema “No llegamos todas” resonó en la marcha, en memoria de las más de 3,400 mujeres asesinadas en 2024, de las cuales 839 fueron víctimas de feminicidio. La protesta, que se desarrolló de manera pacífica desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo, finalizó a las 8:30 de la noche con saldo blanco, según el gobierno capitalino.
A diferencia de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien protegía el Palacio Nacional con vallas en cada marcha feminista, Sheinbaum extendió el cerco a toda la explanada del Zócalo desde días antes de la manifestación. Esta decisión indignó a familiares de víctimas de feminicidio, quienes instalaron un plantón y declararon huelga de hambre frente a la residencia presidencial.
La protesta fue resguardada por un operativo de 800 mujeres policías, quienes se mantuvieron a distancia y portaban extintores con polvo químico no tóxico supervisados por la Comisión de Derechos Humanos de la CDMX. Sin embargo, la presencia de vallas metálicas fue percibida por muchas manifestantes como un intento de silenciar su movimiento.
Sandra Soto, hermana de una víctima de feminicidio en 2017, exigió justicia y la oportunidad de dialogar con la presidenta. “Sheinbaum dice que con ella llegamos todas, pero nos encontramos con una muralla de hierro”, denunció. Su testimonio reflejó el sentir de miles de mujeres que salieron a las calles en todo el país para exigir acciones contra la violencia machista.
La protesta también fue un llamado de atención para la presidenta, quien ha defendido su política de seguridad y argumentado que la colocación de vallas fue una medida preventiva. No obstante, las manifestantes insisten en que las acciones del gobierno deben centrarse en proteger a las mujeres y castigar a los agresores, en un país donde más de 10 mujeres son asesinadas al día.
El plantón instalado en el Zócalo permanecerá hasta que Sheinbaum reciba a las víctimas y establezca compromisos concretos para frenar la violencia de género. Mientras tanto, las voces de las manifestantes siguen resonando en todo México, donde ciudades como Guadalajara, Monterrey, Puebla y Oaxaca también fueron testigos de multitudinarias marchas en favor de los derechos de las mujeres.