Obispo Llama a la Acción Contra la Violencia y la Indiferencia en Marcha por la Paz

Tras una multitudinaria caminata, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, se dirigió a los fieles en el atrio de la catedral, condenando la indiferencia ante la violencia y exhortando a los católicos a no ignorar el sufrimiento de los afectados.

El obispo instó a la comunidad a orar por los delincuentes, con la esperanza de que abandonen su crueldad, y pidió a los políticos que dejen de ser indiferentes como “Caín”. Subrayó la responsabilidad de los líderes de proteger al pueblo, criticando su omisión motivada por intereses personales y falta de capacidad.

“No cometamos los mismos errores que aquellos en posiciones de poder que, pudiendo detener la violencia, eligen la inacción. La democracia nos da el poder de castigar con el voto a los malos gobiernos”, expresó. Además, enfatizó que la ciudadanía tiene el derecho y la necesidad de exigir seguridad para poder vivir y trabajar en paz.

Según el obispo, imágenes captadas por drones de la unidad de Comunicación de la catedral mostraron la participación de más de 20 mil personas, aunque la señal fue bloqueada, impidiendo la obtención de imágenes.

En su discurso, el obispo también pidió a los criminales ablandar sus corazones y destacó el poder de la oración para lograr milagros. “La oración a Dios es crucial. Oremos por los mafiosos, los delincuentes, los sicarios, y aquellos que instigan la muerte, para que Dios toque sus corazones de piedra”, manifestó.

El religioso, quien encabezó la Marcha por la Paz en Cuernavaca,  también denunció intentos previos de boicotear marchas similares para minimizar su cobertura mediática, y solicitó que en esta ocasión se reconociera la significativa participación ciudadana.

Al concluir la marcha, candidatos a diputados locales y alcaldes de todos los partidos firmaron compromisos por la paz, prometiendo garantizar la seguridad de los ciudadanos sin importar quién gane las próximas elecciones.

Obispo de Guerrero es hallado en estado crítico de salud tras examen toxicológico

Obispo de Guerrero es hallado en estado crítico de salud tras examen toxicológico

La reciente noticia sobre el estado del obispo emérito Salvador Rangel Mendoza, de Chilpancingo, Guerrero, ha conmocionado a la comunidad religiosa y a la sociedad en general. Los resultados de los análisis toxicológicos realizados en el hospital general “José G. Parres” de Cuernavaca han dejado al descubierto una realidad alarmante: la presencia de cocaína y benzodiacepinas en su organismo. 

El drama comenzó el sábado 27 de abril cuando el obispo fue reportado desaparecido. La incertidumbre se profundizó al descubrir que fue encontrado en una sala de urgencias del hospital general de Cuernavaca el lunes siguiente. Los detalles de su ingreso revelan un cuadro preocupante: deterioro neurológico, somnolencia y falta de pertenencias, acompañados por un blister de pastillas de sildenafil.

 

Las circunstancias de su hallazgo, entre llamadas de auxilio desde un hotel y su ingreso en estado de somnolencia, pintan un panorama sombrío. Los médicos que lo atendieron informaron sobre la necesidad de intervención urgente, incluida la administración de flumazenil y naloxona para contrarrestar los efectos de las drogas detectadas en su sistema.

 

La Conferencia del Episcopado Mexicano emitió una alerta y solicitó la colaboración de las autoridades gubernamentales para localizar al obispo, mientras que el fiscal Uriel Carmona confirmó que fue víctima de secuestro exprés con el objetivo de obtener dinero a través de retiros en cajeros automáticos.

 

Las declaraciones del abogado del obispo, Pedro Martínez Bello, revelan la gravedad de la situación: se recomienda un período de tres días de reposo para desintoxicar su cuerpo de las sustancias suministradas por sus captores. Sin embargo, el secretario de gobierno en funciones de gobernador, Samuel Sotelo Salgado, ha arrojado dudas sobre la versión del secuestro exprés, señalando que el obispo fue visto por última vez en una pizzería del municipio de Emiliano Zapata.

 

La controversia en torno a los eventos que llevaron al estado crítico del obispo contrasta con la urgencia médica de su situación. Su egreso voluntario del hospital general de Cuernavaca y su traslado a un hospital privado plantean interrogantes sobre su recuperación y seguridad.

 

Este caso no solo destaca la vulnerabilidad de una figura religiosa prominentemente conocida, sino que también pone de relieve la complejidad de los desafíos sociales que enfrenta la sociedad mexicana. La drogadicción, el secuestro y la seguridad pública son temas que requieren atención urgente y colaboración entre todos los sectores de la sociedad y el gobierno.

 

La comunidad religiosa, las autoridades y la sociedad en su conjunto esperan que este incidente conduzca a una reflexión profunda sobre los problemas subyacentes y a un compromiso renovado con la protección y el cuidado de todos los ciudadanos, sin importar su estatus o profesión.

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