LILA: Acrobacias que gritan lo que muchas callan

Hace unos días me topé con una propuesta escénica que me dejó pensando, no solo por su estética sino por lo que logra transmitir sin necesidad de palabras duras ni discursos trillados. Se llama LILA, y es un espectáculo de circo contemporáneo que se presentará hasta el 22 de junio los sábados y domingos a la 13 hrs. en el Teatro Helénico, en la Ciudad de México.

A través de acrobacias, danza, clown y un juego visual que combina fuerza y poesía, cinco mujeres en escena nos invitan a mirar de frente lo que muchas veces preferimos ignorar: la violencia de género y la manera en que el sistema ha moldeado, limitado o agredido el concepto de lo que significa “ser mujer” en nuestro país.

LILA no necesita palabras para incomodar, para emocionar o para inspirar. Todo lo hace desde el cuerpo, desde lo físico, con movimientos suspendidos en el aire, con telas, trapecios, aros, mástiles… que más que elementos circenses, se convierten en símbolos de resistencia, de caída y de vuelo. Esta es una obra que pone el cuerpo al centro: como trinchera, como territorio de lucha, como espacio de belleza y también de contradicción.

Detrás de esta poderosa puesta en escena están Jessica González y Jorge Díaz, quienes dirigen la obra y, en el caso de Jorge, también es el autor del montaje. Lo que me parece aún más interesante es que la compañía Tránsito Cinco Artes Escénicas S.C., que produce esta pieza, no solo se dedica a crear espectáculos. También da cursos, forma artistas y se enfoca en acercar el arte escénico a públicos nuevos. Y eso, en estos tiempos, es casi un acto revolucionario.

El elenco está compuesto por artistas que no solo interpretan, también transforman el espacio con su presencia: Alejandra Palestina, Ali Salguero, Ixchel Salazar, Fernanda Palacios y Jessica González. Todo el equipo creativo se alinea para lograr un montaje limpio, poético, potente. Desde la iluminación a cargo de Edgar Mora, hasta el diseño de vestuario que también firma González. Todo está pensado con detalle, sin pretensiones, pero con una intención clara: sacudir desde el arte.

Además, antes de que inicie cada función, se realiza una dinámica con el público para conectar más profundamente con la temática. Este puente entre escena y espectador hace que la experiencia no sea solo de observación, sino de participación emocional.

En un país como el nuestro, donde tantas voces femeninas siguen silenciadas o desoídas, LILA no solo es una obra. Es una conversación urgente. Un salto sin red hacia una verdad que necesitamos mirar desde todos los ángulos, incluso desde las alturas.