Silvia Pinal, un ícono indiscutible del cine mexicano y figura trascendental de la Época de Oro, falleció este 28 de noviembre a los 94 años en la Ciudad de México. Su muerte, causada por complicaciones de salud tras ser hospitalizada por una infección, cierra un capítulo único en la historia del cine y el espectáculo hispanoamericano. “Con ella se va no solo una gran artista, sino una era completa del cine mexicano”, expresó un comunicado de TelevisaUnivision, la televisora con la que trabajó durante décadas.
La actriz permaneció hospitalizada desde el 21 de noviembre debido a una infección en las vías urinarias que derivó en una serie de complicaciones, incluyendo arritmias cardíacas y problemas respiratorios severos. Durante sus últimos días, Pinal enfrentó episodios críticos, según lo reportó su hijo Luis Enrique Guzmán, quien confirmó que la actriz se encontraba sedada e inconsciente en sus últimas horas.
Nacida en Guaymas, Sonora, en 1931, de nombre Silvia Verónica Pasquel Hidalgo, debutó en el cine en 1948 con la película Bamba. Desde entonces, su carrera despegó de manera meteórica, posicionándose como una de las figuras más versátiles y queridas del cine nacional. Su colaboración con grandes del cine, como Pedro Infante, Cantinflas, Germán Valdez Tin-Tan y Luis Buñuel, marcó su nombre en los anales de la cinematografía. Su actuación en películas como Viridiana (1961) ganadora ese año de la Palma de Oro del famoso Festival de Cannes y El ángel exterminador (1962) la convirtió en una estrella internacional.
“Silvia Pinal no solo era una actriz, era un símbolo de México”, señaló la crítica de cine Rosario Murrieta. Viridiana le valió el reconocimiento en el Festival de Cannes, y su interpretación en Simón del desierto demostró su capacidad para desafiar los convencionalismos de la época.
La primera actriz convivió con el pintor mexicano Diego Rivera y fue en 1956 cuando ella accedió a ser retratada y ser inmortalizada por el afamado pintor.
Además de su carrera cinematográfica, Pinal brilló con éxito en la televisión, con el icónico programa Mujer, Casos de la Vida Real (1985-2007), que marcó un hito en la pantalla chica al abordar temas sociales relevantes. “Silvia no solo interpretaba historias, las vivía y las hacía suyas”, recordó un colaborador cercano. Fue pionera de las teleseries y tuvo tal éxito que duró más de 20 años. Se transmitió en México, Italia, España y varios países de Latinoamérica. El programa fue cancelado en 2007.
Su última telenovela fue ‘ Juntos el corazón nunca se quivoca’ (2019). Asimimso incursionó en el teatro destacando las obras como Mame, el musical de Broadway, que, gracias a su éxito, se montó en tres ocasiones (1972, 1985 y 1989), ¡Qué tal, Dolly! y Gypsy y su última aparición en la obra Caperucita, ¿Qué onda con tu abuelita? en 2022.
Su cuarto matrimonio con el gobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández, la condujo al mundo de la política, fungiendo como diputada federal (1991 – 1994) y senadora (1998 – 2000) ambos cargos como militante del PRI, demostrando su compromiso con la sociedad mexicana.
Silvia Pinal encabezó una de las dinastías más emblemáticas del entretenimiento mexicano. Madre de Sylvia Pasquel, Alejandra Guzmán, Viridiana Alatriste (fallecida en 1982) y Luis Enrique Guzmán, su legado trasciende generaciones. Sin embargo, su vida familiar no estuvo exenta de polémicas.
La partida de Silvia Pinal deja un vacío irremplazable en el mundo del espectáculo. Personalidades del cine, la televisión y la política han expresado sus condolencias. “Hoy despedimos a una leyenda. Su legado seguirá vivo en cada escena, en cada película y en cada generación que la admire”, declaró la actriz Jacqueline Andere, quien compartió pantalla con Pinal en varias producciones.
Su muerte no solo marca el fin de una vida, sino también el cierre de una era dorada que definió la identidad cultural de México. “Ella fue nuestra luz, una fuerza imparable que siempre brillará en nuestros corazones y en el arte mexicano”, expresó su hija Sylvia Pasquel.
Silvia Pinal, la última gran diva, deja tras de sí un legado eterno. Su voz, su risa y su arte serán siempre parte de la memoria colectiva de México y del mundo.