El mundo de la moda despide a uno de sus nombres más influyentes. Giorgio Armani, creador de un estilo que cambió la manera de vestir de varias generaciones, murió este jueves a los 91 años en Milán, Italia. Su fallecimiento fue confirmado por el Grupo Armani, la compañía que fundó y dirigió durante más de seis décadas.
Armani nació el 11 de julio de 1934 en Piacenza, al norte de Italia, en una familia de clase media. Su infancia estuvo marcada por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. De niño sobrevivió a un accidente con proyectiles de artillería, experiencia que lo acompañó de por vida. Aunque comenzó a estudiar medicina, abandonó esa carrera para alistarse en el Ejército y, más tarde, encontró un lugar en el mundo del diseñotrabajando como escaparatista en unos grandes almacenes de Milán. Ahí empezó a conocer las telas y el comportamiento de los clientes, lo que lo convirtió en un experto en tejidos.
Su aprendizaje práctico lo llevó a colaborar con Nino Cerruti en los años sesenta, donde demostró su talento para adaptar la alta costura a una clase media que buscaba estilo y elegancia a precios accesibles. En 1966 conoció a Sergio Galeotti, su pareja y socio, quien lo impulsó a independizarse. Juntos fundaron una empresa que, con pocos recursos y una gran visión, se convirtió en un referente mundial.
Armani revolucionó la moda al suavizar el traje masculino y feminizarlo para los hombres, además de popularizarlo entre las mujeres que comenzaban a conquistar espacios en el ámbito laboral. Su ropa combinaba elegancia y comodidad, ofreciendo a las mujeres trajes que representaban poder e igualdad, alejados de los vestidos rígidos de generaciones anteriores. En 1978 firmó un acuerdo con el fabricante GFT que le permitió producir prêt-à-porter de lujo en grandes cantidades, ampliando su alcance global.
El salto definitivo llegó con el cine. En 1980 vistió a Richard Gere en American Gigolo, convirtiendo a sus trajes en un símbolo de sensualidad y sofisticación masculina. Desde entonces, Armani se convirtió en la elección de estrellas de Hollywood y figuras de la música que desfilaron por alfombras rojas con sus creaciones. Julia Roberts, Cate Blanchett, Lady Gaga y Zendaya fueron algunas de las embajadoras de su estilo en galas internacionales.
Tras la muerte de Galeotti en 1985, Armani enfrentó un momento de profunda soledad, pero decidió seguir adelante y expandir su marca. Se resistió a la inversión externa y mantuvo el control absoluto de su empresa, que hoy factura alrededor de 2.700 millones de dólares al año y abarca moda, cosmética, fragancias, música, deporte y hostelería de lujo. Incluso diseñó interiores de hoteles como los del Burj Khalifa en Dubái.
Su legado no solo reside en sus colecciones, sino también en sus decisiones éticas, como prohibir modelos de bajo peso en sus desfiles tras la muerte de Ana Carolina Reston en 2006. Además, dejó huella en el deporte al confeccionar uniformes para selecciones y clubes internacionales.
Reconocido en vida por museos como el Guggenheim de Nueva York, que le dedicó una exposición en el año 2000, Giorgio Armani acumuló una fortuna estimada en 13.000 millones de dólares. Hasta sus últimos años siguió presentando colecciones en Milán y París, manteniéndose fiel a una disciplina férrea y a su búsqueda constante de perfección.
Su muerte marca el final de una era en la moda, pero su visión, su estilo y el imperio que construyó seguirán siendo parte de la historia cultural y empresarial del siglo XX y XXI.
