La elección de jueces: entre errores, retrasos y falta de claridad

El proceso de selección de nuevos jueces, magistrados y ministros en México ha quedado marcado por la controversia y los errores administrativos. El Comité de Evaluación del Poder Legislativo emitió una lista complementaria con 3,817 nombres adicionales de aspirantes a juzgadores, sumándose a los 7,060 publicados inicialmente el lunes. En total, 10,877 personas fueron aceptadas para pasar a la siguiente fase, donde enfrentarán entrevistas determinantes. Sin embargo, el proceso ha estado lejos de ser impecable.

 

La última lista emitida contiene fallos evidentes: nombres duplicados y confusiones que generan dudas sobre la transparencia del proceso. Ejemplo de ello es la repetición del nombre de Ernesto Jesús Zárate Olguín en los lugares 1,877 y 1,878 de los aspirantes a magistrados de circuito. Un error similar ocurrió con Blanca Eladia Hernández Rojas en las posiciones 48 y 49 de los aspirantes a ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).

 

Además, entre los candidatos aceptados aparecen dos hermanos: Omar y Óscar Becerra Trejo, en las posiciones 1,899 y 1,900 de la lista de magistrados de circuito, una situación que añade complejidad a un proceso ya cuestionado por su falta de precisión.

 

Los retrasos también han sido motivo de crítica. El plazo para la emisión de la lista definitiva venció el 15 de diciembre, pero el comité publicó una primera versión pasada la medianoche del 16 de diciembre, la cual fue eliminada y sustituida por otra a las 5:58 a.m. del mismo día. La justificación oficial para este caos fue la falta de apoyo tecnológico, lo que obligó al comité a realizar una revisión casi “artesanal” de más de 700,000 documentos entregados por los aspirantes.

 

Este cúmulo de errores y retrasos genera incertidumbre en un proceso crucial para el sistema judicial mexicano. La elección de jueces y magistrados exige transparencia y rigor absoluto, y estos fallos podrían empañar la legitimidad de los seleccionados. La falta de precisión y organización en un proceso tan trascendental refleja la necesidad urgente de modernizar y reforzar los mecanismos de evaluación.

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