Justin Trudeau, el carismático líder que marcó una generación en la política canadiense, ha renunciado como primer ministro tras casi una década en el poder. Su decisión, anunciada este lunes en Ottawa, pone fin a un periodo que transformó al país tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Trudeau, quien asumió el liderazgo del Partido Liberal en 2013 y se convirtió en primer ministro en 2015, anunció que continuará al frente del gobierno hasta que su partido elija a un nuevo líder. Esta decisión refleja su reconocimiento de las tensiones internas y externas que han minado su popularidad en los últimos años.
El político, que alguna vez simbolizó un renacer progresista en Canadá, explicó que su renuncia responde a la necesidad de “rebajar la temperatura política” y dar paso a un “reinicio” en el gobierno. Trudeau señaló que las diferencias dentro de su partido dificultaban su continuidad como líder de cara a las elecciones federales de este año.
Durante su tiempo en el poder, Trudeau enfrentó tanto elogios como críticas. Su llegada al cargo estuvo cargada de optimismo, impulsando una agenda progresista que lo convirtió en un ícono global. Sin embargo, su gobierno también se vio ensombrecido por controversias éticas, como el caso SNC-Lavalin y decisiones que algunos consideraron impropias, como el manejo de un programa gubernamental relacionado con una organización benéfica vinculada a su familia.
En el ámbito internacional, Trudeau destacó como una figura de moderación en un mundo donde líderes de línea dura, como Donald Trump, dominaban titulares. Sin embargo, en casa, el creciente costo de vida, la inflación y una política migratoria divisiva erosionaron su apoyo.
La renuncia inesperada de Chrystia Freeland, su viceprimera ministra y aliada clave, en diciembre pasado, intensificó la presión dentro de su partido, dejando claro que el liderazgo de Trudeau estaba en la cuerda floja.
Ahora, el Partido Liberal enfrenta la tarea de elegir un sucesor capaz de recuperar la confianza del electorado. Nombres como Chrystia Freeland, el exbanquero central Mark Carney y Anita Anand, actual ministra de Transportes, suenan como posibles contendientes.
Mientras tanto, la oposición conservadora, liderada por Pierre Poilievre, no perdió tiempo en criticar al gobierno liberal, calificando la renuncia de Trudeau como un cambio superficial en un sistema desgastado.
El adiós de Trudeau marca el fin de una era. Su legado, lleno de logros y desafíos, deja una profunda huella en Canadá y plantea interrogantes sobre el rumbo político que tomará el país en un contexto de creciente polarización y transformación global.