Las autoridades confirmaron el viernes la liberación de uno de los capos más infames de México, Osiel Cárdenas Guillén, quien fue puesto en libertad tras cumplir la mayor parte de una sentencia de 25 años en una prisión estadounidense. Ahora, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) ha asumido el control del caso de Cárdenas Guillén, de 57 años, conocido como “El Mata Amigos”, según informó a Associated Press un funcionario de la Oficina de Prisiones de EE.UU.
Cárdenas Guillén, quien fuera el líder del Cártel del Golfo y responsable de coordinar el tráfico masivo de cocaína y marihuana hacia Estados Unidos, aún enfrenta varios cargos en México. Aunque no se ha determinado si las autoridades estadounidenses lo deportarán, una fuente anónima reveló a NBC News que el gobierno de Biden estaría considerando trasladarlo a México.
El exlíder del Cártel del Golfo es tristemente célebre por su brutalidad. Fue el creador de Los Zetas, una organización de sicarios que cometió actos de violencia extrema en México, incluyendo masacres, decapitaciones y la exhibición de cuerpos desmembrados en vías públicas.
Cárdenas Guillén fue capturado en 2003 y extraditado a Estados Unidos en 2007, donde se declaró culpable de narcotráfico, lavado de dinero y extorsión. En 2010, fue condenado a 25 años de prisión y a pagar una multa de 50 millones de dólares. Sin embargo, no está claro por qué no cumplió la totalidad de su condena.
A pesar de la captura de Cárdenas Guillén, Los Zetas continuaron operando y se convirtieron en un cártel independiente que extendió sus actividades violentas hasta el sur de Tabasco, hasta que sus principales líderes fueron abatidos o arrestados entre 2012 y 2013.
Por su parte, el Cártel del Golfo, que alguna vez lideró Cárdenas Guillén, se ha fragmentado en facciones rivales como los Metros, los Ciclones, los Rojos y los Escorpiones, tras más de una década de conflictos internos sangrientos.
Uno de los incidentes más notorios en la historia criminal de Cárdenas Guillén ocurrió en 1999, cuando ordenó detener un vehículo en el que viajaban dos agentes de la DEA y un informante en Matamoros, cerca de la frontera con Texas. Rodeados por sicarios armados, los agentes se negaron a entregar al informante, quien probablemente habría sido torturado y asesinado. Finalmente, Cárdenas Guillén ordenó a sus hombres que se retiraran, no sin antes advertirles: “Gringos, este es mi territorio”.